domingo, 18 de enero de 2015

Reflexion


UN BREVE COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DIA DE HOY


  



El tema central de este domingo es la vocación, al respecto la Palabra nos invita ir al encuentro del Señor.
Haciendo una re lectura de la Palabra, vemos la actitud de San Juan Bautista y la de los Discípulos; San Juan Bautista nos muestra a Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, o sea nos muestra el verdadero camino verdadero de nuestra vida, Jesús mismo dice: “Yo soy en camino la verdad y la vida”.


Por eso, los Discípulos escuchando las palabras del profeta, tienen el deseo de conocer al Señor, por eso mismo preguntan: “¿dónde vives?”, Jesús no dice donde vive y a donde va, sino que directamente dice: “Venid y veréis”. Con todo esto nos da a entender de que si uno quiere conocer a Cristo y saber donde vive, necesariamente tiene que hacerse seguidor de Cristo, esto implica ir detrás de él, e ir a su encuentro, sobre todo uno debe tener esta actitud de escucha, pero no solamente debemos quedarnos en la escucha, sino que debemos palpar y experimentar a través de su palabra y nuestro propio testimonio de vida, pero dar un buen testimonio de vida implica salir de uno mismo e ir al encuentro del otro, así en todos los seres amados por Dios, así podremos sentir y vivir la verdadera presencia del Señor en cada uno de nosotros, y el encuentro con el Mesías en los hermanos y hermanas.
Así como San Juan dió el verdadero testimonio de Cristo, así también a nosotros invita a dar el testimonio de Cristo, pero no solamente escuchando su Palabra, sino que esta misma palabra que escuchamos, la tenemos que vivirla entre los hermanos, en nuestra familia, en nuestra zona o barrio, o en los grupos de Fe, y en todo la Iglesia universal que es la Iglesia viva de Cristo, donde todos los Bautizados estamos invitados a ser los Discípulos y misioneros de Cristo, esto implica un proceso de formación cristiana, o sea nuestra formación como cristianos debe ser continua y no por un  solo momento. Entonces recemos pues por toda la Iglesia de Cristo, por todos los hermanos y hermanas en Cristo Jesús, todo esto encomendemos a la intercesión de nuestra Madre la Virgen María, quien es la primera Discípula de Cristo, para que interceda ante su por todos. Amen.


AYATA PUEBLO QUERIDO

Foto Centro Acción Ayata

AYATA, SEGUNDA SECCION MUNICIPAL DE LA PROVINCIA MUÑECAS DEL DEPARTAMENTO DE LA PAZ BOLIVIA.

EN ESTE MISMO PUEBLO SE ENCUENTRA LA PARROQUIA SAN LORENZO DE AYATA.

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viernes, 16 de enero de 2015

Las bienaventuranzas


   
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LAS OCHO DESCONCERTANTES FELICIDADES (BIENAVENTURANZAS)
Las Bienaventuranzas fueron predicadas por Jesús desde la altura de la montaña, que baja hasta el lago de Tiberíades.    



La imagen invertida de la montaña reflejada en el lago terso nos enseña que todos los que quieren iniciarse en los místerios del espíritu deben aprender a invertir todas sus maneras de ver y de hacer, la dirección de sus deseos, el diseño de su vida.
1. La felicidad de la pobreza en el espíritu. Es apetecer la simplicidad, por encima de las satisfacciones del propio pensar y saber. Es disponibilidad de despojo y de renuncia, para no quedarse en lo inmediato y buscar lo trascendente. Ante el Reino de los cielos no hay ninguna riqueza comparable.
2. La felicidad del sufrir. Es manifestación de aguante interior, de serenidad y mansedumbre. Dios es el que reivindica y defiende. Hay que saber sufrir los sufrimientos y las privaciones. El mundo necesita testigos de mansedumbre, de dulzura y de fortaleza en el sufrimiento.
3. La felicidad del llanto. ¿Qué es llorar? Es el primer grito, la primera expresión del hombre. Llora el que es capaz de una nostalgia, el que siente una separación, el que anhela volver al ámbito cálido y profundo de lo original. La felicidad de las lágrimas lavan los ojos para ver el consuelo de la ternura de Dios. No son lágrimas de tristeza o melancolía, sino de fe.
4. La felicidad del hambre y de la sed. Desde la experiencia de las necesidades del cuerpo, hay que descubrir el hambre y la sed de justicia, que es el alimento del alma y significa la voluntad de Dios. Por lo tanto, la justicia es la salvación total. No hay que hambrear lo perecedero, que no sacia, ni beber lo que no tiene espíritu de transcendencia.
5. La felicidad de la misericordia. Significa caridad recíproca y activa, significa perdón. Esta bienaventuranza se opone al materialismo y positivismo farisaico, que despreciaba a los pobres, a los desgraciados y a los pecadores. Seremos medidos por Dios con la misma medida de misericordia que usemos con los demás.
6. La felicidad de la limpieza. bienaventurados lo que tienen limpio el corazón, como si fuese agua clara de montaña que permite ver el fondo en el que Dios se refleja. El que quiera ver a Dios que lave su corazón sucio para que pueda contemplar en lo profundo de su interior el valor de lo eterno.
7. La felicidad de la paz. Los pacíficos no son los tranquilos, sino los que hacen la paz, quienes la componen a partir del desorden, quienes la crean desde el caos. La paz es el sello de Dios, la plenitud en la unidad.
8. La felicidad de la persecución. El creyente sabe que la vida no es fácil, que la fidelidad al Evangelio exige muchas renuncias, que la incomprensión es el distintivo de los que siguen las enseñanzas del Maestro, pero sobre todo que el Reino de los cielos bien vale cualquier persecución.
Andrés Pardo